viernes, 1 de noviembre de 2013

Vivimos el tiempo de la decepción.
Y así cada uno de nosotros debe buscar nuevas razones para vivir y para sentir esperanza.

Hay que soportar con entereza el presente y preparar las decepciones del porvenir…

Así pues, la tristeza engendra tristeza y el consuelo de hoy prepara las decepciones de mañana.

Cada nueva esperanza está ahí sólo para hacer soportable la frustración de esperanzas previas, y esta huída perpetua hacia el porvenir es lo único que nos consuela del presente.

Creo que para vivir
 –porque uno puede pasar por esta vida sin vivir, y es un estado sin duda peor que la muerte–
hay que tener una cosa que, desgraciadamente, no es muy corriente, y se trata de una gracia.

Para vivir, hay que haber sido mirado al menos una vez, haber sido amado al menos una vez, haber sido sostenido al menos una vez…

Y después, cuando eso ha sido dado, uno puede estar solo…

La soledad ya no será nunca más mala.
Incluso si ya no te sostienen, incluso si ya no te aman, incluso si ya no te miran, aquello que ha sido dado, verdaderamente dado, una vez, lo ha sido para siempre.

En ese momento, puedes ir hacia la soledad como una golondrina puede ir hacia el pleno cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario