domingo, 11 de diciembre de 2011

Musica.

Por haber vivido tanto tiempo de aquella manera, sé muy poco de las otras chicas de mi edad; pero, desde que alcancé a mirar por encima de una mesa, todas las cosas bellas me entusiasmaron.
Ver caer el sol sobre los pétalos de una rosa, o brillar la luz a través de las hojas de los árboles mostrando sus nervaduras, o la manera en que la lluvia vuelve iridiscente el aceite derramado en la carretera; todo esto hace que me sienta dichosa. Y sobre todo, cuando oigo música, en particular mi música.
Entonces no necesito el sol, ni las flores, ni el aire fresco. Se inflama mi interior y, dondequiera que esté, todo se convierte mágicamente en palacios de mármol.